Trabajar desde casa puede ser un sueño: flexibilidad de horario, cero horas en el tráfico, y —para dicha de los introvertidos— interacciones personales limitadas a lo esencial.
Pero esto también puede ser una pesadilla.
Si no te organizas adecuadamente, la mañana entera puede pasar sin que hagas nada productivo. Por más introvertido que seas, después de un tiempo las cuatro paredes y las pijamas que antes parecían tan agradables se vuelven algo deprimente.
El equipo de Coalición por el Evangelio es un equipo remoto. Desde el lanzamiento de nuestro sitio web en febrero de 2013, cada miembro del staff trabaja desde casa. A lo largo de los últimos siete años hemos aprendido a trabajar en equipo para crear toda clase de recursos —artículos, libros, videos, podcasts, y aun eventos— a pesar de la distancia.
Estas son algunas de las cosas que nos han ayudado en el proceso:
1) Establece las reglas del juego
Una de las cosas más difíciles de laborar desde el hogar es manejar las interacciones con otras personas que también están en casa.
Invierte un tiempo para conversar con tu familia y pedir su apoyo para que puedas cumplir con tus responsabilidades con excelencia. Explícales exactamente qué necesitas: ¿Cuánto tiempo trabajarás? ¿Desde qué lugar de la casa trabajarás? ¿Necesitas silencio para alguna reunión? ¿Tendrás tiempos de descanso en los que puedas pasar un rato con tus pequeños?
Si hay niños en el hogar, es natural que el ajuste tome un poco de tiempo. Quizá piensan que el hecho de que estés en casa significa que podrás jugar con ellos todo el día. Habla con claridad y sé paciente. Cumple con tus compromisos; trabaja cuando dijiste que trabajarías y descansa cuando dijiste que descansarías. Poco a poco todos los miembros de la familia se irán adaptando a la nueva rutina.
2) Marca el inicio y el final de tus labores
Cuando la vida personal y laboral suceden en el mismo sitio, es difícil distinguir la una de la otra. Sin darnos cuenta, terminamos respondiendo correos a las diez de la noche o enfrascados en un videojuego durante nuestra jornada.
Si tienes un horario determinado establecido por tu empleador (en caso de que el trabajo en casa sea una medida temporal, por ejemplo) trata de seguirlo lo más que puedas. Y si no tienes un horario fijo impuesto por alguien más, procura establecerlo tú mismo. Esto te ayudará a no tener que “adivinar” cuándo es tiempo de trabajar y cuándo es tiempo de relajarte con tu familia. Todo tiene su tiempo (Ec. 3:1).
Por supuesto, esto no significa que no puedes aprovechar la flexibilidad de horario que viene con el trabajo en casa. Sin embargo, después de un tiempo laborando remotamente, uno se da cuenta de que los límites nos traen más libertad de la que pensamos. Si no determinamos cuándo es tiempo de trabajar y cuándo es tiempo de reposar, los pendientes de la oficina empiezan a infiltrarse sin avisar en cada momento libre.
Estas son algunas formas de definir tu tiempo de trabajo:
- Crea un horario de trabajo regular pero flexible.
- Sal de la pijama y lávate la cara, aunque no vayas a ver a nadie.
- Designa un lugar específico para trabajar (no en la cama ni en un sofá).
- Cuando termines tus labores, desconéctate del correo electrónico.
3) Usa la música a tu favor
Las distracciones abundan cuando trabajamos en casa. Desde familiares que quieren platicar hasta el refrigerador lleno de bocadillos, a muchos nos cuesta concentrarnos mientras intentamos cumplir con nuestras responsabilidades laborales desde el hogar.
El trabajo en casa puede ser hecho para la gloria de Dios y el bien de los demás
Un consejo útil para mitigar las distracciones es preparar una lista de reproducción especial para trabajar. Cada vez que te sientes frente al computador, ponte tus audífonos y reproduce la misma música. Si la música no te ayuda a concentrarte, puedes probar con ruido blanco de baja intensidad. Poco a poco empezarás a relacionar esos sonidos con el tiempo de labores, lo que favorecerá tu concentración.
Si estás buscando música para trabajar, puedes encontrar algunas ideas aquí. Si prefieres el ruido blanco, este generador de sonidos es una buena opción.
4) Ten descansos productivos
Cuando estás en la comodidad de tu hogar, un simple viaje a la cocina por un vaso de agua puede convertirse en una hora de comer papas fritas mientras ves videos en YouTube. Es cierto que una de las ventajas de trabajar en casa es que tus descansos pueden ser usados para acostarte en tu propia cama, pero ten cuidado de no caer en la pereza solo porque nadie te está supervisando.
Para descansar de manera productiva, asegúrate de establecer tiempos de refrigerio antes de iniciar el día de trabajo. Coloca en tu agenda espacios de 10 a 15 minutos en los que puedas despejarte sin caer en procrastinación. Invierte ese tiempo en cosas que realmente recarguen tu energía, como caminar un poco o estirarte. De cinco a diez minutos de ejercicio son suficientes para activar tu cuerpo y enfocar tu mente. El cambio de actividad te hará más productivo y honrarás a Dios al cuidar el cuerpo que Él te ha dado.
Otras opciones para despejar tu mente durante tu tiempo de descanso son comer un bocadillo saludable mientras lees algo edificante, poner un temporizador y ordenar alguna habitación, o tener una conversación breve con alguien de tu equipo.
Tus labores pueden mostrarle al mundo la sabiduría y bondad de nuestro Dios, ya sea que trabajes en casa o fuera de ella
También evita usar las redes sociales en tus tiempos de descanso. Es fácil que seas arrastrado hacia la distracción durante horas y, lejos de darte reposo, pueden llenarte de preocupación.
5) Organiza reuniones con tu equipo
Si diriges algún departamento, es tu responsabilidad asegurarte de que cada miembro de tu equipo tenga lo que necesita para hacer su trabajo con excelencia.
También es importante mantener el ánimo elevado entre tus compañeros: pasar días “haciendo lo tuyo” sin contacto con nadie más, y sin saber cómo avanzan las cosas en la organización, puede hacer que los trabajadores se sientan aislados y dejen de disfrutar sus actividades. No tienen que reunirse todos los días (ni siquiera todas las semanas), pero vale la pena que sí lo hagan de manera regular.
Aunque no seas parte del liderazgo, puedes cultivar un sentido de camaradería en tu organización saludando de vez en cuando —aunque sea a través de un mensaje de texto— a distintos miembros de tu equipo. Pregúntales cómo están y ponte a su disposición. Una llamada puede hacer la diferencia en el día de alguien que estaba desanimado.
Trabajando en casa para la gloria de Dios
El trabajo desde casa es cada vez más común en América Latina. A pesar de los retos que conlleva —y como cualquier otro tipo de labor que no vaya en contra de la Escritura— el trabajo en casa puede ser hecho para la gloria de Dios y para el bien de los demás (Col. 3:17; 1 Co. 10:31).
Busca la excelencia aunque nadie te esté supervisando. Tus labores pueden mostrarle al mundo la sabiduría y bondad de nuestro Dios, ya sea que trabajes en casa o fuera de ella.